A los 11 años el preadolescente se encuentra en un momento de maduración. Se enfrenta con que su cuerpo está empezando a experimentar una gran cantidad de cambios y en muy poco tiempo. Esto supondrá un periodo de adaptación y que su preocupación por el aspecto físico se incremente, además de los cambios hormonales que provocan muchas fluctuaciones en su estado de ánimo e inestabilidad emocional.

Es muy importante que en este momento de su desarrollo esté activo. Eso le permitirá poner en práctica las nuevas destrezas que va adquiriendo. 

En este momento comienza a desarrollar un pensamiento más lógico, tiene mucha más curiosidad por su entorno y por saber más de él. Se ha vuelto un pequeño científicos que quiere poner a prueba sus hipótesis. Es creativo y empieza a crearse un punto de vista crítico. Es más selectivos con sus intereses y ha ganado en habilidades de procesamiento y comprensión.

Es capaz en este momento de reflexionar sobre sí mismo o sí misma. Aparece de nuevo un egocentrismo necesario para conocerse más y empezar a desarrollar su identidad. Ya dispone de un autoconcepto más interiorizado unido a un juicio moral más autónomo. Tiene cada vez más deseos de ser independiente y a veces en este intento pueden aparecer actitudes rebeldes, aunque todavía sigue necesitando la seguridad de la familia.

A esta edad las relaciones con sus iguales se vuelven indispensables. La amistad cobra otro sentido más íntimo y busca el respeto de los otros. Es muy sensible a los juicios de valor y busca la aprobación de su grupo. Por ello contar con un entorno de apoyo incondicional que espere de él o ella grandes cosas, le anime y le genere confianza será prioritario.